Mírame despacito. Lento háblame nuevamente de ti, recuérdame todas las razones por las que había magia en tus ojos. Déjame respirar un poco del perfume que me envenena de ti y desprende de tu aroma la delicia de lo que siempre fue mío. Escúchame sollozar mientras de mi salen las palabras para pedirte arrojos y prometerte futuros. Siénteme en cada una de las células de tu piel y deja que nuestros cuerpos se entiendan con el particular lenguaje que parecen no haber olvidado. Piénsame un poco todas las noches y te contaré mis sueños cada mañana. Súfreme con la promesa de que no tendré para ti menos que la eternidad y más que la experiencia del día a día. Búscame que te estoy buscando
Un espacio público de una vida privada