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Mostrando entradas de agosto, 2009

Historias incompletas (I)

En medio de la conmoción de un mal viernes, y a la expectativa de quién podría ser el número ícono de belleza mundial del próximo año –la verdad no me importaba mucho porque sigo creyendo que Scarlet Johansson es insuperable- recibí una llamada a las 11 de la noche, en medio de un momento no tan confortable, que tuvo a bien ponerme a recordar un par de cosas. Mientras me encontraba tratando de convencer al diablo que el diablo es menos malo que el diablo, ustedes entienden, sonó apurado mi teléfono. Con la expectativa de que no fuera otra llamada de borracho (uno no sabe lo que puede recibir a las 11 de la noche), de un número desconocido reconocí una voz familiar…

Convocatoria 446

Ahora que vuelvo a revisar la página principal de mi blog, recordé que existía un contador instalado en la parte de abajo de la ventana (dirigirse a esa parte de la página para más referencias). Un evento importante en este humilde sitio es la visita número 446. Por tanto, retomando la idea de un bloggero amigo , he decidido que tan maravilloso acontecimiento, merece ser celebrado en forma (y créanme que he obtenido expertise en eso de las celebraciones). Para conmemorar el momento de la visita número 446, he preparado algo mucho más divertido que lo que viene para el bicentenario (ok, ok, no es para tanto). La persona que realice la visita 446, y dos más que se encontrarán en los diez números anteriores y posteriores al 446, serán acreedores a una rica cena invitada por su servidor, o en su caso algún regalo para aquellos visitantes que no puedan ser invitados a cenar (por razones de distancia, tiempo o algún problema moral). Quien deseé participar en la afronta, tiene que registrar

Rehabilitaciòn

Una palabra a la vez, una idea en una oración, un párrafo con las ideas suficientes, y un sentimiento en cada letra, sería la mejor forma para comenzar la rehabilitaciòn literaria. Admito que la incapacidad para escribir se convirtió en mi problema más grande, y que soy incapaz de afrontarlo sin tener la magia necesaria para hacerlo. Jamás permitir que la voluntad de escribir lo que pasa por mi cabeza sea entregada al ser superior de la burocracia. Entender, sin embargo, que es necesario rendir tributo a las estrellas y buscar en los perdidos corazones las ideas que pudiera plasmar, confiar en que ahi se encuentra la magia. Pedir perdón a todas las personas que he lastimado, dedicar en ellas una palabra y un pensamiento. Entregarles una estrella y pensar en cada una como el más valioso regalo del universo. Admitir todas mis faltas en un inventario, sin que tanta omisión me asuste o cambie el nivel de discreción para publicarlo todo. Esperar poder llevar un poco de palabras a quien esté