Hoy el motivo es distinto. Hay viejos conocidos que me llevan a pensar que la situación es totalmente cotidiana: parece que el alba me extrañaba porque se ha desvivido con el canto de los pájaros para anunciarme que la complicidad sigue atrapada entre nosotros, pero no es así.
No hay excesivo calor, tampoco la extraña sensación de ansiedad, mucho menos la obligada responsabilidad, acrecentada por la distancia. Lo que me regresa a estas horas es la paz de la confianza. El alivio que acompaña a la esperanza de un futuro que parece terriblemente dulce, que sin embargo no empalaga. Estoy pues, plagado de irrefrenables ganas de aprovechar el día. Esta es la primera prueba de todo lo que quiero ser, de todo lo que hay por escribir.
Comprometido estoy a vivir mi vida sin más pretensión que la de ser mejor en cada momento, de pagarle al destino las dulces memorias y vivir de su crédito para disfrutar de los momentos que me sean otorgados. Porque un instante vale una vida.
Tratando de recuperar las palabras en una noche de cálidos sueños.
No hay excesivo calor, tampoco la extraña sensación de ansiedad, mucho menos la obligada responsabilidad, acrecentada por la distancia. Lo que me regresa a estas horas es la paz de la confianza. El alivio que acompaña a la esperanza de un futuro que parece terriblemente dulce, que sin embargo no empalaga. Estoy pues, plagado de irrefrenables ganas de aprovechar el día. Esta es la primera prueba de todo lo que quiero ser, de todo lo que hay por escribir.
Comprometido estoy a vivir mi vida sin más pretensión que la de ser mejor en cada momento, de pagarle al destino las dulces memorias y vivir de su crédito para disfrutar de los momentos que me sean otorgados. Porque un instante vale una vida.
Tratando de recuperar las palabras en una noche de cálidos sueños.
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