Vives en ese espacio detrás de mis ojos, en donde se queda la belleza, los miedos y los sueños. En donde no tienes que mirar para mirar porque puedes sentir tu luz sin que haya un sólo rayo de sol. Vives detrás de mi nariz también, justo debajo. Despertando los más dulces recuerdos atrapados en tu aroma, reviviendo instantes que sólo se alimentan con tu ser. Vives detrás de mis labios, callando lo que de ti quiero decir y gritando todo lo que te quiero besar. Vives en cada grieta que con el frío recuerda tu piel, vives en cada latido que necesita tu voz...
Un espacio público de una vida privada