Temblor sería más exacto para tratar de explicar las consecuencias del fenómeno físico, pero usaré la conveniencia de las coincidencias para describir lo que pasó. Pensando en todos los antecedentes, no podía salir de otra manera. No importaba qué pasara, la consigna era no provocar desastres que terminaran por desmoronar mi falsa tranquilidad (pero al fin tranquilidad). Intentar imposibles siempre había sido una de mis tareas tristemente predilectas, y es que, ¿por qué no? Tratando de continuar con mi imposible de la semana, estaba ahí, temprano, con todo lo que eso puede implicar. Pero cuando hablar se volvió parte de los imposibles, la tarea estaba perdida. El día tenía que ser provechoso, sobre todo cuando eres urgentemente requerido en un lugar al que no tienes ganas de volver, y en parte lo fue. Había que resolver pendientes, aunque los más importantes quedaron nuevamente de lado. Pero vinieron las cosas extrañas, primero la conveniente (y horrible) aglomeración para cambiar un ...
Un espacio público de una vida privada