Temblor sería más exacto para tratar de explicar las consecuencias del fenómeno físico, pero usaré la conveniencia de las coincidencias para describir lo que pasó. Pensando en todos los antecedentes, no podía salir de otra manera. No importaba qué pasara, la consigna era no provocar desastres que terminaran por desmoronar mi falsa tranquilidad (pero al fin tranquilidad). Intentar imposibles siempre había sido una de mis tareas tristemente predilectas, y es que, ¿por qué no?
Tratando de continuar con mi imposible de la semana, estaba ahí, temprano, con todo lo que eso puede implicar. Pero cuando hablar se volvió parte de los imposibles, la tarea estaba perdida. El día tenía que ser provechoso, sobre todo cuando eres urgentemente requerido en un lugar al que no tienes ganas de volver, y en parte lo fue. Había que resolver pendientes, aunque los más importantes quedaron nuevamente de lado. Pero vinieron las cosas extrañas, primero la conveniente (y horrible) aglomeración para cambiar un cheque, que terminó por desquiciarme, después los olvidos… había que volver.
No importa cuanto se moviera el puente, jamás me iba a dar cuenta porque justo en aquel momento, yo comencé a temblar (y no, no es resultado de mi cada vez más precaria salud). Se veía igual de linda que siempre, a pesar de que no fuera la mejor imagen que tuviera de ella. Caminando con su habitual prisa que siempre me perturbó, pero con una extraña sensación… buscaba algo o se sabía buscada.
No moverse habría sido la mejor opción para evitar que el temblor se transformara en una lista interminable de daños, pero no pude evitarlo. Ella seguía buscando, yo trataba de ser natural (si alguien con cara de imbécil mirando hacia el mismo punto puede parecer natural). Una parte de mi quería regresar por el puente, rogaba que una importantísima llamada me llevara a cambiar el rumbo o que finalmente ella desistiera en su búsqueda, que pudiera finalmente dejarlo ir.
Pero es en estos momento cuando te das cuenta que las leyes de la naturaleza funcionan… no pudo fingir su cara de sorpresa como yo no pude disimular que me encantaba la situación, que era por lo que me había levantado temprano, no para conseguir los imposibles, sino para buscar las coincidencias… no culpar a nadie más que a la mágica sincronización de los tiempos, mi subconsciente tiene extrañísimas formas de buscar lo que quiere, a veces en contra de mi voluntad.
Lo que hablamos fue lo menos importante, pudimos haber estado horas bajo ese puente sino hubiera sido por el hecho de que los dos teníamos miedo de hacerlo. Nos acercamos con preguntas irrelevantes y nos despedimos so pretexto de que había que marcharse. Ese día tembló… pero nada terminó por derrumbarse.
Tratando de continuar con mi imposible de la semana, estaba ahí, temprano, con todo lo que eso puede implicar. Pero cuando hablar se volvió parte de los imposibles, la tarea estaba perdida. El día tenía que ser provechoso, sobre todo cuando eres urgentemente requerido en un lugar al que no tienes ganas de volver, y en parte lo fue. Había que resolver pendientes, aunque los más importantes quedaron nuevamente de lado. Pero vinieron las cosas extrañas, primero la conveniente (y horrible) aglomeración para cambiar un cheque, que terminó por desquiciarme, después los olvidos… había que volver.
No importa cuanto se moviera el puente, jamás me iba a dar cuenta porque justo en aquel momento, yo comencé a temblar (y no, no es resultado de mi cada vez más precaria salud). Se veía igual de linda que siempre, a pesar de que no fuera la mejor imagen que tuviera de ella. Caminando con su habitual prisa que siempre me perturbó, pero con una extraña sensación… buscaba algo o se sabía buscada.
No moverse habría sido la mejor opción para evitar que el temblor se transformara en una lista interminable de daños, pero no pude evitarlo. Ella seguía buscando, yo trataba de ser natural (si alguien con cara de imbécil mirando hacia el mismo punto puede parecer natural). Una parte de mi quería regresar por el puente, rogaba que una importantísima llamada me llevara a cambiar el rumbo o que finalmente ella desistiera en su búsqueda, que pudiera finalmente dejarlo ir.
Pero es en estos momento cuando te das cuenta que las leyes de la naturaleza funcionan… no pudo fingir su cara de sorpresa como yo no pude disimular que me encantaba la situación, que era por lo que me había levantado temprano, no para conseguir los imposibles, sino para buscar las coincidencias… no culpar a nadie más que a la mágica sincronización de los tiempos, mi subconsciente tiene extrañísimas formas de buscar lo que quiere, a veces en contra de mi voluntad.
Lo que hablamos fue lo menos importante, pudimos haber estado horas bajo ese puente sino hubiera sido por el hecho de que los dos teníamos miedo de hacerlo. Nos acercamos con preguntas irrelevantes y nos despedimos so pretexto de que había que marcharse. Ese día tembló… pero nada terminó por derrumbarse.
Aaaah, me gustó.
ResponderEliminar(El post completo, pero su última línea lo ke más)