Como necesito volver a la práctica, voy a escribir sobre lo primero que se me pueda ocurrir, tratando de plantear una serie de preguntas con el objetivo de volver a la decencia de tratar de manera pretenciosa de tener un ensayo con cada entrada.
La primera parte no puede ser sencilla, tal vez porque jamás nos ha gustado lo fácil. En esta ocasión voy a cuestionar cómo nos volvemos expertos en cualquier cosa, menos en algo específico. Tal vez tengo una formación extraña que me puede dar ventajas para plantear mi argumento -quienes me conocen saben que he brincado de ser casi ingeniero, a buscar ser actor de teatro, a tratar de ser estudiante de ciencias sociales, con muchas dificultades entre los saltos, por cierto.
No obstante, supongamos que existe un problema con respecto al tiempo: si abriéramos nuestros viejos libros de historia, hace un par de siglos tendríamos personalidades tan singulares que podían dedicar sus conocimientos a la física, la observación de la naturaleza, la química y como hobbie se dedicaban a dar sus opiniones sobre los asuntos más importantes de la sociedad, y parece que con bastante precisión en los temas que abordaban. Después, avanzamos un poco hasta llegar a conocer más sin abarcar tanto, tal vez siendo más profundos y mucho más analíticos con los problemas que se podían estudiar podíamos encontar hace no más de 50 años personas especializadas en los distintos campos de conocimiento.
No obstante, parece que la "super-especialización", término con el que definiré el avance gradual de estás prácticas que llevaban al conocimiento profundo de temas específicos, resultó ser el camino natural de estas prácticas de inicio del siglo pasado y nos ha llevado al problema del absurdo del sentido contrario, es decir, la falta de comunicación para transmitir cualquier conocimiento. Tal vez hemos perdido la base del conocimiento mismo, lo que nos coloca en el punto de una miopìa que se vuelve sorda e ignorante hacia los demás, que al mismo tiempo resultan también ser sordos y miopes sobre lo que no es parte de su especialidad.
Podría ser entonces un problema de formación básica del individuo. Sin embargo, podemos encontrar que la educación "universal" es parte de la formación básica en lo que podemos llamar "el mundo occidental" (porque efectivamente sería un atrevimiento enorme extender esta afirmación a esquemas que no conozco). Entonces, ¿en qué punto ha sucedido tremendo aislamiento del conocimiento?
Mi aventurada respuesta a esta desafortunada pregunta puede encontrarse en el avance del conocimiento mismo. Tal vez el problema podría ser la acumulación de cada vez más detalles, términos, prácticas y procedimientos sobre una materia en específico. Con el aumento del acervo surjen lenguajes cada vez más especializados dentro de un mismo lenguaje, términos compartidos en varios idiomas y elementos culturales de identificación del conocimiento. Esta acumulación plantea también un problema de universalidad del conocimiento científico, al reducir el acceso a un grupo amplio de población de estos términos acuñados por grupos pequeños que generan, resguardan y manejan su conocimiento. Podría entonces pensarse que el ciudadano universal se perdiò en la era del conocimiento, pensando que alguna vez existió.
Así, el conocimiento parece cerrar tantas puertas como las que abre con cada descubrimiento nuevo, con cada término, elemento, categoría o clasificación que tiene como objetivo tratar de entender el mundo que lo rodea. Paradójico tal vez, ¿no?
La primera parte no puede ser sencilla, tal vez porque jamás nos ha gustado lo fácil. En esta ocasión voy a cuestionar cómo nos volvemos expertos en cualquier cosa, menos en algo específico. Tal vez tengo una formación extraña que me puede dar ventajas para plantear mi argumento -quienes me conocen saben que he brincado de ser casi ingeniero, a buscar ser actor de teatro, a tratar de ser estudiante de ciencias sociales, con muchas dificultades entre los saltos, por cierto.
No obstante, supongamos que existe un problema con respecto al tiempo: si abriéramos nuestros viejos libros de historia, hace un par de siglos tendríamos personalidades tan singulares que podían dedicar sus conocimientos a la física, la observación de la naturaleza, la química y como hobbie se dedicaban a dar sus opiniones sobre los asuntos más importantes de la sociedad, y parece que con bastante precisión en los temas que abordaban. Después, avanzamos un poco hasta llegar a conocer más sin abarcar tanto, tal vez siendo más profundos y mucho más analíticos con los problemas que se podían estudiar podíamos encontar hace no más de 50 años personas especializadas en los distintos campos de conocimiento.
No obstante, parece que la "super-especialización", término con el que definiré el avance gradual de estás prácticas que llevaban al conocimiento profundo de temas específicos, resultó ser el camino natural de estas prácticas de inicio del siglo pasado y nos ha llevado al problema del absurdo del sentido contrario, es decir, la falta de comunicación para transmitir cualquier conocimiento. Tal vez hemos perdido la base del conocimiento mismo, lo que nos coloca en el punto de una miopìa que se vuelve sorda e ignorante hacia los demás, que al mismo tiempo resultan también ser sordos y miopes sobre lo que no es parte de su especialidad.
Podría ser entonces un problema de formación básica del individuo. Sin embargo, podemos encontrar que la educación "universal" es parte de la formación básica en lo que podemos llamar "el mundo occidental" (porque efectivamente sería un atrevimiento enorme extender esta afirmación a esquemas que no conozco). Entonces, ¿en qué punto ha sucedido tremendo aislamiento del conocimiento?
Mi aventurada respuesta a esta desafortunada pregunta puede encontrarse en el avance del conocimiento mismo. Tal vez el problema podría ser la acumulación de cada vez más detalles, términos, prácticas y procedimientos sobre una materia en específico. Con el aumento del acervo surjen lenguajes cada vez más especializados dentro de un mismo lenguaje, términos compartidos en varios idiomas y elementos culturales de identificación del conocimiento. Esta acumulación plantea también un problema de universalidad del conocimiento científico, al reducir el acceso a un grupo amplio de población de estos términos acuñados por grupos pequeños que generan, resguardan y manejan su conocimiento. Podría entonces pensarse que el ciudadano universal se perdiò en la era del conocimiento, pensando que alguna vez existió.
Así, el conocimiento parece cerrar tantas puertas como las que abre con cada descubrimiento nuevo, con cada término, elemento, categoría o clasificación que tiene como objetivo tratar de entender el mundo que lo rodea. Paradójico tal vez, ¿no?
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