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mensajitos anuales

He vivido 22 años y creo que éste ha sido el más difícil, solitario y desafiante año hasta el momento. No debería de estar escribiendo esto en horario de trabajo, y supongo que no lo terminaré aquí, pero es justamente un reflejo extraño de lo que ha pasado durante este año. Estos mensajes iniciaron como una buena costumbre que uno de mis mejores amigos decidió adoptar hace tiempo, como yo decidí adoptar a mi amigo, aunque creo que eso hacemos con las personas que queremos.

Como todos los años, éste ha tenido cosas buenas y otras no tanto; aunque supongo que ahí está la magia de todos los años, también puedo suponer que la magia encontró esta vez una fórmula más concentrada. Para empezar, quisiera agradecer a todos y cada uno de ustedes, quienes decidan que el mensaje vale la pena ser leído y quienes no también, por acompañarme en parte o durante todo este difícil año. Estoy enormemente agradecido por compartir un poco o mucho de ustedes en mi desesperada carrera para llegar a no sé dónde. Muchas gracias también a quienes decidieron no hacerlo así, y por extrañas razones tengo la oportunidad de hacerles llegar este mensaje, porque tal vez después de todo el empedrado camino tengo un poco de ustedes.

Este año nos invadió la música (a mí y al espíritu santo), tanto que cuando se apagaba un poco, parecía que dejaba de vivir un pedacito de mí. Por tanto, creo que esa será la intención de este mensaje: compartir parte de las letras que me acompañaron en este pequeño recorrido.

El afiebrado año comenzó justamente mientras yo luchaba contra la aparición de los mágicos 38 grados que mágicamente desaparecieron al día siguiente. Pareció que el malestar era suficiente para dejar de lado mis doce deseos, aunque el balance de lo bueno y malo no pasó desapercibido. Me levanté tan rápido que fueron las uvas lo menos importante durante el ataque repentino de fiebre, si fuera supersticioso me hubiera preocupado este pequeño detalle (menos mal que me doy cuenta hasta la tercera semana de diciembre).

Entonces, la fiebre aumentó cuando, después de externar mi negativa de un cambio de casa, llegó la descarga de adrenalina mientras yo cantaba Back to black. Nunca supe cómo derrapé en lo que podría pensar que fue el día más frío del año, un día después del cumpleaños de mi querida madre. Con ese día llegué impactado (igual que mi coche) a no entender en dónde estaba perdido, tal vez para eso era justamente el viaje.

Mucha emoción me daba la idea de compartir en mi cumpleaños un momento con “la mujer más bonita del mundo”, medio desvelada, pero lo importante era sólo cantar. Emoción también me causaron las mañanitas en el tren y los llamados tardíos (o tempraneros). Pero después el día se volvió triste, o tal vez esperaba demasiado y terminé decepcionándome.

En shock transcurrieron mis días de enero. Mientras yo tenía las mismas pesadillas que me atrapaban noche a noche, y que además no me dejaban dormir, llegó uno de los días más tristes. No entendí cómo ni por qué razón casi todo el mundo conspiró para que mi día no mejorara. Hubo dos fracturas muy importantes este año, y la primera empezó a dolerme el día en que celebraba haber nacido. Lo más triste es que el dolor ya no pareció importarme. Llegó el siguiente día, que siempre llega, y con él la indiferencia, el orgullo o simplemente el olvido, eso me dolió más que la fractura.

Agradezco enormemente al cielo por haberte conocido, porque amarte siempre es un placer, mucho más que el aire que respiro, la huella en el camino y el mar a su sal. No podría hacer otra cosa que pensar en ti, porque resulta que creo que mi alma sigue igual, hallando en tu sonrisa la felicidad. Millones de gracias por cada momento feliz, por el detalle con velitas y por la magia, sobre todo por la magia, para la que no tendré ninguna otra canción. Sé que si te encontrara tras cien años, encontraría tus ojos negros entre millones de ojos negros, más profundos y más bellos.

Mención especial merece mi experiencia de fin de semana de febrero. Entiendo que soy el peor embustero del mundo, pero creo que acercarme a una nueva forma de ver las cosas, y las relaciones con los demás me ha ayudado mucho a sostener una estructura que a veces parece caerse con el viento. De esta aventura conocí a personas bien valiosas, y pude conocer muchas cosas de gente que creía haber conocido, porque parece entonces que siempre seguimos conociendo parte de nosotros mismos en los demás, sin llegar al club de los optimistas, por supuesto.

Ahora el reto era volar, mi actividad favorita tanto en vivo como en mis sueños. Y no puede haber mejor lugar, porque if you can’t make it there, you can’t make it anywhere. This part of my massage is only for you, to whom the sky belongs since the day I saw your blue eyes. I’m sorry, just that.

Entonces, cuando todo se estaba cayendo, incluso mi avión al despegar, comencé una aventura nueva. De muchas de las cosas de las que puedo estar agradecido se encuentran haber empezado a conocer a un montón de gente nueva que decidió darme la confianza y la responsabilidad para entender un proyecto. Creo que crecemos tanto con lo que aprendemos dentro del trabajo como lo que hacemos fuera de él. Palabras para cada uno de ustedes no tendría, porque cada caso es un mundo, pero sin duda ha sido un placer.

La magia llegó con palillo y aceituna incluida, cuando la buena onda arribó a mi lugar de trabajo. Para usted señorita Emperatriz Bec todas las gracias del año. No hay mejor cosa que saber que vas a ir a trabajar al mismo tiempo que te vas a encontrar con alguien extremadamente brillante que puede cambiar tu perspectiva en un segundito. Si todo eso lo envasas en un ka y le pones una frutilla de perro hipoalergénico, tienes la mejor combinación de campeones. Aunque por supuesto los martinis siempre pueden competir.

Así de agridulce resultó la primera parte del año. Algo se rompió de una manera tan dolorosa que pensar en que no te va a afectar porque ya “estás grande” es simplemente absurdo. Creo que sentir jamás ha estado peleado con la edad, pero si alguna vez dejé de ser una persona que pudiera dar de sí, no tienen que llegar hasta diciembre para decir que lo siento mucho.

La influenza nos atacó en medio de las reuniones de trabajo, pero me dio oportunidad de darle un respiro a la vida. Gracias a mi inaguantable cómplice rubia por las furtivas experiencias y las largas noches de sueños interrumpidos, el secreto es nuestro. A las flores de un día, que no lloraban, que no dolían, gracias por su tiempo y amable capacidad para soportarme, eso jamás se pagará con nada.

Las graduaciones llegaron muy temprano, en algún punto del año, y con ello las inevitables partidas. A pesar de que algunas sucedieron mucho antes de lo que pensaba (con resultados muy fructíferos, por supuesto), creo que estoy sumamente contento de ver crecer de esa manera a la gente que quiero. Pendiente está esa parte de mi vida, lo sé. El compromiso es volver a vencer el terror a escribir y ser un poquito constante, las recompensas sé que son incalculables.

Mayo y su absoluta felicidad llegó con dos cosas que detuvieron la tempestad. Conocí, después de 300 correos confusos, a una hermosísima mujer que, debo confesar, se robó de manera intempestiva mis pensamientos durante los calurosos días de verano. Otra buena, no mejor que la anterior, estuvo relacionada con algo que me debía desde hace mucho, tener mi espacio. Sé que debo una fiesta para darle la bienvenida a la buena onda en este departamento, y de verdad me gustaría recibir a todos ustedes en lo que puedo considerar mi nuevo hogar (aunque espero que no al mismo tiempo, porque tendríamos un problema de espacio), pero creo que pueden estar seguros que este lugar es también para ustedes una casa cuando lo consideren así.

Lo que decía el mensaje era algo así como: “eres la mejor haciendo lo que haces, jamás te rindas”. Creo que las últimas tres palabras fueron las que repetí más durante los meses pre y pos electorales. De ti tengo millones de cosas que escribir, para aumentar a la lista, supongo. No sé de qué te sirva saberlo, pero quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti, que te admiro como no tienes una idea por lo que haces y que, como hace 5 años, sólo quiero que seas feliz. Tenías razón, no sé cuánto le debía al destino, pero con un momento de ti me pagó. Las fracturas duelen, está tardará tiempo en sanar, yo sé que apreté la palanca para que se rompiera, pero jamás lo hice por querer hacerte daño. Perdón si fue así. Espero que el año traiga mejores cosas, que traiga tu sonrisa de alguna manera y que me entregue la oportunidad de volver a verte, una vez más.

La música subió la intensidad del verano, pero lo más importante de la música es con quién tienes la oportunidad de disfrutarla. Gracias por el ruido, el rock y las letras. Alguien me debe una cerveza por ahí ¿no? Hablando de deudas, estoy enormemente agradecido con la voluntariosa capacidad de la mujer que me robó el verano. Pedir a alguien que entregue su tiempo de esa manera es algo que todavía no entiendo. Lo que sí aprendí es que el rojo más que un color es una actitud, y que cuando pinta tu vestido es un acto sublime. Casi tan sublime como el vestido rojo fue visitar la ciudad blanca. Si algún día la glaciación me hace justicia, quisiera vivir en una ciudad tan bonita, tranquila y con tan buena comida, aunque lo mejor de todo son las buenas personas que hacen una ciudad así.

Creo que este año la revolución no les hizo justicia a las personas más importantes de los años pasados porque creo, señores mosqueteros, que nos estamos perdiendo. Si lo mejor del año fueron 1500 pesos que dejé de gastar, entonces creo que algo está fallando, porque parece que el dinero es más importante que lo demás. Agradecido enormemente estoy por la magnífica oportunidad de compartir el tiempo con personas tan geniales, con las que por supuesto estoy seguro que está parte de mi futuro. Sin embargo, creo que tenemos que entendernos de otra manera, porque que hay cosas bien importantes ahí que no quiero perder.

La última parte del año ayudó en algo que me hacía mucha falta: reparar los hoyos del barco. Aún no sé cómo ser una mejor persona para iluminar a todos aquellos seres que me brindaron parte de su luz. Injusto agradecimiento del final del año va para dos magníficas mujeres que me llenaron todo el año con su alegría y su forma de ver la vida: enormes gracias a Lina y Jazmín. En el párrafo de las injusticias también quiero reconocer, felicitar, abrazar y creo que hasta cantarle a quien me ha acompañado todo el año, así calladita y elegante: strangers in the night, two lonely people, we were strangers in the night… No sé cómo telcel nos puede aguantar tanto.

El mejor concierto del año llegó con noviembre (no fui a Radiohead ni a Metallica, así que creo que si fue mi mejor concierto). Are we human or are we dancer? Don’t you wanna come withe me? Don’t you wanna feel my bones, on your bones, it only natural. Debo millones de palabras a quien no mencioné directamente o indirectamente en estas oraciones sin sentido.

Los planes y los años vendrán, jamás tendremos, sin embargo, un 2009. Después de todo no es un año que me deja triste, sino con una tranquila felicidad. Estoy feliz porque la lista de destinatarios se hizo más grande, porque entiendo mucho mejor las cosas de mi vida y porque he aprendido a valorar a las personas que están ahí, aunque a veces parezca que no es así. Pero al final, soy optimista porque la soledad que se siente al final del año no me hace sentir tristeza de manera alguna, más bien se acerca mucho más a la paz. Por todas esas cosas, no hay palabras.

Quiero ser un vagabundo más, tapado por estrellas que alumbren mi ciudad.

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