Te llamaré María por la comodidad de lo común. Porque es en lo común en donde nos podemos perder, en un mundo que parece por un momento ser distinto. Déjame nombrarte así sólo esta noche porque en el acrónimo de tus lentras se encuentra mi sangre hirviendo, tan sólo esperando el instante de correr por cada espacio de mi ser. Déjame llamarte así porque debemos de ser discretos, pero jamás dejar de ser atrevidos. No voy a mentirle a los días que eres mi musa, y que en calor de tus ojos no hace más que llenar la humareda de la pasión mía. Mía no obstante es la desesperación del encuentro, de la palabra atenta y la formal disculpa, del transcurrir del tiempo. Déjame llamarte esta noche María para que puedas seguir siendo lo que eres en mis sueños, estrepitosa noche de horrendas soledades, soledades mías.
Un espacio público de una vida privada