Dejé de escribir el pasado 4 de abril y hoy tengo la osadía de hacerlo nuevamente. Tantas cosas han pasado que creo que deberían clausurar este blog. No lo logré. Esta entrada debería llamarse "el recuento de un fracaso". No pude mantenerme constante en algo tan sencillo como escribir mis emociones en un blog.
Cualquiera podría justificarse admitiendo que es la cosa más difícil de la que uno puede escribir, o que es algo a quienes les toma toda la vida y jamás lo logran. Y yo diré, ¡son patrañas! No puedo desperdiciar mi mejor oportunidad de seguir escribiendo sobre la vida que me ha tocado vivir sólo porque la vida nuevamente ella fue más rápida de lo que he sido yo.
La vida nos toma en pequeñas oportunidades en donde la tenemos que mirar de muchas caras antes que ella misma nos pinte una. Pero creo que no estoy nada cerca del empleo de mi vida, creo que me está pintando la cara. El objetivo ahora está claro, ¿por qué no fluyen las palabras?
Tal vez, decepcionado, puedo terminar este blog mencionando que escribir no es lo último que me gustaría hacer, sino que es sólo una herramienta para algo más (se vale tener fe).
Pues así las cosas con mis dos lectores, trataré, tan sólo trataré
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