Ir al contenido principal

El día de la inmensidad

Hay cuatro días especiales en los que quiero estar en México, cuatro más que todos los demás. En ellos viven la inmensidad, la alegría, la ternura de lo que yo soy. Sólo cuatro por ahora porque son los que me dan más trabajo para el corazón. 

El de hoy es el de alguien que me enseñó a querer en la inmensidad. Porque contigo siempre había algo por lo que contar para ser querido y siempre ha habido que querer para no dejar de contar, repetir que te quiero más que todas las hojas del mundo aún me hace llorar. 

Y es que hoy, 237 días después de empezar el año fue el día que viniste al mundo.  No importa que el Vesubio haya hecho erupción hace casi 2 mil años o que sea el día de la independencia de Uruguay. Hoy también salió el Sputnik 19 hacia Venus o Bielorrusia se volvió un país independiente (oh ironía). Hoy es el día del peluquero en Argentina y nada de eso abarca lo mucho que te quiero. Nada de eso es más importante que el hecho de que hayas llegado al mundo.
De ti aprendí de lo bueno y de lo malo, de ti recuerdo mis recuerdos más bonitos y divertidos, de ti he también he construido mis más complicados miedos, esos que se vuelven realidad en los días nublados. Jugando con la nostalgia me puedo acordar de ti subiendo la escalera en un traje café y si me esfuerzo lo suficiente puedo también saber que tu número de la oficina terminaba en 33. No hay palabra más cercana a la creación que tú, no siempre de la manera más precisa o alegre; tampoco hay palabra más exacta para definir soledad.  
De esa que te veía encerrarte horas en el baño o justificar tus viernes en un casete viejo y unas copas de ron. Somos complicados por naturaleza, pero eso también debemos celebrar. 
Así como he aprendido la importancia del trabajo duro y de ser constante sobre todo lo demás, también he tenido que desaprender esa incapacidad para comunicar y para estar en contacto con el corazón.
Hoy cumples quién sabe cuántos años que no debes ocultar. No importa si son 59 o 74 o 86, el tiempo deja marcas y enseña cosas que no se pueden borrar. Y tal vez de eso se tratan los días en los que has nacido, tal vez ese es el sentido del cumpleaños, parar un poco y darse cuenta de las lecciones que han llegado a ti y que te hacen distinto a la persona del año anterior.
Hoy es uno de esos cuatro días en los que quisiera abrazarte y poder comer juntos pastel, reír sobre los plátanos fritos y buscar un buen lugar para comer. Hoy es el día de la inmensidad del amor. Hoy es sólo para ti y espero que sea el mejor comienzo del siguiente ciclo que podamos compartir.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Las noches magicas de… Hamburgo #hamburg #sunset #derspiegel #night

via Instagram

It was just another time

It was a moan, it was her breathing.  It was the end of innocence.  It was not only the curiosity of the time,  it was the hidden feeling behind.  It was just a kiss, why not?  It was just the fifth bottle of champagne.  The good times need the best liquor.  It was then just a try.  Just her hand in her hand,  it was just a witness surprised.  It was just a moment to stop,  it was just a time to look at the eyes.  It was then the next song,  it was a weird time.  It was another kiss in the eyes.  It was dancing together,  it was falling behind.  It was just another kiss, then another one. It was that electric feeling,  knowing that something is going to end bad.  It was just the delicacy of the moment,  it was just a time.  It was not passionate or wild,  it was curiosity and discovery chance.  It was touching here a...

Introspecciones injustas

A veces pasan tantas cosas que parece que no pasa nada. Es que parece que estoy hecho para dejarlo todo con una facilidad impresionante. Las cosas llegan tan rápido como se van y no hay nada más viejo que dos o tres noches. Entonces revisando aún más adentro descubrí algo bastante preocupante. No tengo nada de toda la vida. No tengo nada que me haya acompañado más de 6 meses, parece entonces que la vida es desechable. Aún mucho más que lo material, tampoco tengo afectos que sean lo suficientemente duraderos para pasar de ser algo efímero. Viví la mitad de lo que llevo de esta vida “cambiando de aires”. De aquí para allá, conociendo a tanta gente que me asustaba. Pero llegó un punto en que me asusté tanto que dejó de importarme. Entonces todo comenzó a ir y venir, igual que yo. Fue entonces que dejó de tener caso creer que habría algo más duradero que lo necesario, que todo iba a terminar tarde o temprano, y todo ha pasado así. No guardo recuerdos, porque m...