Desperté abrazado a mi chaqueta, desperté con un lío mental. He dormido todas las noches desde que te fuiste abrazado a ella, mientras me doy cuenta que tu olor hace días se terminó por evaporar.
Si la vida fuera suficiente para atraparte ahí, mantenerte en mis sueños día y noche y llevarte siempre en el aroma de un trozo de tela que pudiera cortar.
Es que además tenía la proporción perfecta de lo que has sido hasta ahora. No he encontrado otra cosa que pueda representar mejor esta situación. Ochenta por ciento no me gusta, es más, no sólo no me gusta, estoy totalmente seguro que me desagrada en su totalidad.
No encuentro magia en el olor de cigarrillos olvidados que ahora transpiro en mi pijama, nunca me ha gustado fumar. No hay nada que menos me guste que historias atrapadas en objetos, como parte de viñetas, muero por todos los ínfimos detalles, muero por cada pieza de curiosidad, pero sabía que tuyo no era el momento y habría que esperar.
No me gusta la vista arrugada de mi chaqueta, que me recuerda inviernos largos por superar. Así se quedó mi vida el pasado invierno, de algo que había prometido tener que olvidar. Buscaba un corte limpio y seco, terminé por enfermar. He recuperado mis fuerzas y me siento increíblemente vivo, de eso tampoco pudimos hablar.
No me gusta mirar en tus ojos tristeza que me costará millones de intentos poder descifrar, no me gusta que no seas franca fingiendo ser directa, no me gusta tener que buscar. Siento que tu vida ha sido maltratada, que detrás de toda esa fiesta hay demasiadas lágrimas por llorar.
No quiero ser paciente esperando el próximo intento. Ser paciente es lo que me disgusta más. No he podido sin embargo encontrar ninguna otra cosa en qué pensar.
El otro veinte por ciento es el que me vuelve loco, el que no puedo dejar de pensar. Me encanta que te sientas dueña de todo, me gusta que te encuentres segura de lo que pueda pasar.
Me gusta el olor que dejaste en el cuello, ese que de la chaqueta se ha ido ya. Me gusta la familiaridad de tus defectos, me gusta verte caminar.
Me gusta tu vanidad infinita, me gusta todas las muecas que haces al posar. Me gusta tu cara desprevenida, me gusta lo que miras cuando no quieres mirar.
Me gustan tus manos buscando las mías, me gustan tus ojos queriéndonos mirar. Lo siento, tuve que huir de ellos porque contigo no se sabe qué es lo que puede pasar.
Me gusta que recuerdes cosas, que le encuentres sentido al mundo y que conozcas las razones detrás de mi actuar. Me gusta cuando te derrites en mis brazos y me gusta que la luna sea más bella cuando tus ojos la quieren mirar. Me gusta ese veinte por ciento aunque estoy seguro que el resto me va a matar.
He pensado en cortar esa parte de la chaqueta, la que me gusta, y que ha tenido ese olor a ti, guardarla en mi abrigo de invierno y saber que los fríos tiempos están por llegar.
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