Creo que toda mi vida me he sentido solo. No importa cuántas personas hay a mi alrededor la soledad se ha vuelto una cuestión mental, más allá de las compañías. Quiero pensar que es parte de la naturaleza de cada una de las personas, tal vez es la soledad lo que nos hace únicos. Me explico: hace unos años volví a ver a un viejo amigo de la familia que se había perdido por mucho tiempo. Para ser sincero, a pesar de que eso me lleve a admitir fallas en mi memoria fotográfica, no tenía un recuerdo fijo de cómo era él.
Volviendo al punto, una de las habilidades más extrañas de esta persona es entender la soledad como un hecho de la vida, algo que creo muy pocas personas hacen. No es que le faltase en algún momento la compañía de una persona, de un amigo y de cualquier otro que quisiera escucharle hablar sobre futbol, la vida y sus extraños accidentes, o cómo era mejor el pasado; tampoco faltaba quien se sentara a escucharlo declarmar sobre el amor, las mujeres o la muerte (los tres agrupados en la misma enumeraciòn); pero creo que entendía que lo que salía de su boca era la expresión más elocuente de la soledad en palabras: la entonación, el contenido y las frases arrojaban una soledad que en lugar de parecer escalofriante, resultaba humana.
Y creo entonces, amables dos lectores, que la soledad nos permite encontrar el talento, que irónicamente nos permite luchar contra ella todo el tiempo. La virtud en la música, la belleza de una canción o la perfección en la ejecución de cualquier cosa reside en las horas que pasamos en soledad frente a nuestro talento, frente a nosotros mismos.
¿Somos más que talento?, ¿sómos más que soledad?
Ideas, a volar
Volviendo al punto, una de las habilidades más extrañas de esta persona es entender la soledad como un hecho de la vida, algo que creo muy pocas personas hacen. No es que le faltase en algún momento la compañía de una persona, de un amigo y de cualquier otro que quisiera escucharle hablar sobre futbol, la vida y sus extraños accidentes, o cómo era mejor el pasado; tampoco faltaba quien se sentara a escucharlo declarmar sobre el amor, las mujeres o la muerte (los tres agrupados en la misma enumeraciòn); pero creo que entendía que lo que salía de su boca era la expresión más elocuente de la soledad en palabras: la entonación, el contenido y las frases arrojaban una soledad que en lugar de parecer escalofriante, resultaba humana.
Y creo entonces, amables dos lectores, que la soledad nos permite encontrar el talento, que irónicamente nos permite luchar contra ella todo el tiempo. La virtud en la música, la belleza de una canción o la perfección en la ejecución de cualquier cosa reside en las horas que pasamos en soledad frente a nuestro talento, frente a nosotros mismos.
¿Somos más que talento?, ¿sómos más que soledad?
Ideas, a volar
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