Estoy seguro no son los labios, la puerta no está ahí, la puerta se abrió hace mucho.
Has perdido todas las barreras en el momento en que explotaste en mis ojos, que exploraste mi alma. En el justo instante en que mi mano necesita tu mano, en el momento en que escucharte se volvió eternidad.
A quién le importa que no pueda besar tus labios si puedo oler tu pelo, besar tu frente, tocar tu nariz con mi nariz y además perderme.
De qué sirve que no sean besos completos si puedo derretirte en medio de mis brazos, acariciar tu espalda, estremecer tu cuerpo.
Ahora no le encuentro otra utilidad a mi corazón que perturbar tus silencios. Ahora no hay mejor lugar para tu ser que acurrucada en mi pecho.
De qué sirve detenerse si ya te has perdido, si nos hemos extraviado tanto en nosotros mismos. Si lo que nos mantiene juntos no está en juego. Por qué necesitamos disculpas para esto?
Tú lo sabes, yo lo sé. Lo demás lo dice el tiempo. No necesito unos labios para saber lo que siento, pero llevo meses muriendo de sed por tenerlos...
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