Qué vas a hacer cuando me vaya? Preguntaste acertada en el teléfono una tarde en que no pude entender esa pregunta de tus ojos. Ahora me persigue como un fantasma que allana las noches junto a ti y que duerme en el espacio que queda entre nosotros. Qué hacer cuando te vayas va agrandando ese pequeño hueco entre tu cintura y mi vientre aunque mis brazos te sujetan cada noche por más tiempo. Qué hacer cuando te vayas en los momentos en los que no quiero dejarte ir.
Ahora la pregunta me tortura tanto que necesito mi idioma para encontrar la respuesta en palabras que de otra forma no podría pronunciar.
Ya me pesan las mañanas de no verte. Extraño tu figura des alineada, tus pijamas anti sexys, tu cabello en la cara que deja escapar tu sonrisa, pero que esconde esos ojos claros. Extraño ahora mismo tus sonidos extraños, besar tu hombro, recorrer la curva de tu espalda y buscar tu mano para saber que ya amaneció, casi como lo hacía mi padre cuando tenía que despertarme muy temprano en esas mañanas infinitas.
Enfermaré de gripe es la primera respuesta. Será una semana terrible de verano con dolor de cabeza y un poco de fiebre a treinta grados. Te tendrás que diluir de a poco en las gotas pegadas a las sábanas, se irá tu aroma cuando mis fosas nasales no puedan respirar y empezaré a toserte por alrededor de una semana. Te miraré en el caldo de pollo mientras podré justificar los ojos hinchados y los días de no dormir. Será el calor y la gripe solamente.
Después de una mañana desaliñada el sol saldrá. Como cada mañana, lo sé. Pero ese día empezaré a buscar renovarlo todo. Tomaré la aspiradora para limpiar todo lo que pueda tener algunas gotas de tu esencia. Cambiaré las sábanas y sacudiré de todos lados tu polvo de estrellas. Pasaré por los lugares en los que ahora sé que hay un poco de tu pelo rubio que he omitido limpiar deliberadamente. Guardaré tus tarjetas y tus plumas de colores, esconderé al perro que me diste para que me hiciera compañía y mandaré por un par de euros todo a lavar. Cambiaré algunas cosas de lugar para que no se vean igual que siempre, iniciaré un cambio de aroma que traiga más amoniaco y lavanda y que se lleve el tabaco y perfume. Cambiaré esa saludable dieta de verduras por un filete de carne y tomaré un par de tequilas para espabilar.
Después vendrá lo más difícil. Lo que no se ve y que no se consigue en una mañana. Limpiar la mente es algo que nunca he podido lograr del todo. Aún recuerdo las noches de serenatas y los ojos azules y los besos sobre la lavadora, y los viajes en globo y las tardes mirando al sol en Acapulco y las interminables carcajadas en el cine. Son personas tan diferentes y momentos tan distintos de los últimos 17 años. Nada se ha podido ir. Entonces te acomodaré en algún espacio entre tu vientre en el parque y las noches interminables bailando en el club. Vivirás en el limbo de los recuerdos bonitos mientras consigo saber qué hacer cuando te vayas.
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