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Se terminó?

Hoooola

Alguna vez hubiera considerado este ejercicio como la cosa más cursi e inútil que pudiera hacer una persona con su tiempo, sobre todo cuando esa persona soy yo. Pero el caso es que creo que en estos últimos días he tenido la posibilidad de conocer a alguien extraordinario que me ha vuelto a reenseñar muchas cosas que creí olvidada, y siguiendo la nueva política de decir todo lo que pienso, les pido que dejen atrás el párrafo anterior y sigamos con lo bueno.

No acostumbro decir muchas cosas a menos de que sea gente muy importante o me encuentre demasiado nervioso (situaciones que no ocurren muy a menudo), pero creo que después de desarmar toda esa fantástica armadura que me hace vivir conmigo mismo (y que a veces pesa mucho) creo que también debo aprovechar este espacio electrónico para intentar decir gracias a todo el que vaya a recibir este correo.

Haciendo un recuento, inspirado en la gente importante que lleva transmitiéndolo año con año, creo que fue un año de muchísimos cambios en mi vida. Las expectativas empezaron muy altas y así han terminado (y espero cubrir todos los objetivos que me he planteado hacia delante). Seré injusto al no incluir a alguien que trató de compartir algo conmigo y seré demasiado bueno con alguien que no ha tenido para mi el tiempo que yo quisiera, pero no puedo hacer otra cosa que agradecer a todos, por aquellos grandes y pequeños momentos que formaron un año de muchas esperanzas, que han generado muchísimas emociones y que me han permitido repensar lo que quiero que mueva mi vida de ahora en adelante (y que creo que había olvidado), mis sueños.

Enero empezó con todo el ánimo de viajar, antes que todo tengo que agradecer a quien me ha apoyado para cumplir con mis retos y que jamás ha dudado en darme todo para que sea una mejor persona, no hay palabras para todo ese apoyo. Con el viaje también tengo que agradecer a mi incansable compañero que, a pesar de mi complicado carácter, siempre supo cómo encontrar la forma para que todo siguiera fluyendo adecuadamente sin dejar de lado la extravagante actitud de vivir de acuerdo con lo que él pensaba y la determinación para cumplir con los objetivos a pesar de todas mis dudas. Adaptarse a problemas en otro entorno (que no era familiar) y tratar de resolverlos fue la urgencia, aunque siempre encontramos la forma de divertirnos y hacer cosas estúpidas (eso de ir a New York sin ninguna dirección donde quedarse fue fabuloso). También es justo hacer un espacio en este lugar para un magnífico anfitrión en DC, con quien fuimos ingratos pero de quien siempre tendré un buen recuerdo, gracias por los consejos, y por supuesto que las coreanas siguen pendientes.

Mención aparte merece mi cumpleaños. Cuando American Wild parecía estar dominada y no había más preocupaciones que las vicisitudes que pudieran ocurrir en África, tuve el regalo de cumpleaños más dulce que jamás me hayan entregado. No importó la distancia, tampoco la nostalgia o el tiempo poco apropiado, porque no cabe duda que una imagen dice más que 10 mil palabras, imagen que guardo como las cosas más importantes que hay en mi vida. Para ti no tengo más que cariño y agradecimiento eterno, ha sido un año complicado, como todos, y creo que la vida nos llevará por caminos bien diferentes. Pero en donde quiera que estés quiero que sepas que eres de las personas que siempre estaré amando no importa lo que sea, y que siempre buscaré la forma de que seas un poco más feliz (aunque por mi obtusa cerrazón no pueda decírtelo siempre).

Después siguieron cosas extrañas, pero de ninguna me puedo quejar, febrero fue un mes de caídas y de buenos días que siempre trataron de mitigar el frío con que a veces teníamos que despertar. La vida universitaria es muy divertida cuando tienes 21 años y encontrar un nuevo entorno con nuevas personas siempre implica tratar de mejorar un poco de ti. Quiero entonces continuar agradeciendo a la magnífica oportunidad que se me presentaba cada martes de comer con alguien extraordinariamente ambiciosa, inteligente y muy dedicada para quien no tengo más que elogios y buenos deseos, de verdad no sé qué hubiera hecho sin ti. El tiempo y el cariño son invaluables y por supuesto que nos encontraremos en esta vida, porque ahora creo que entiendo un poco más de lo que tratabas de decir hace tiempo y comparto muchas de los planes a futuro, aunque te encuentres lejos viviendo en Monterrey o Filadelfia.

También con febrero llegó la oportunidad de abrir horizontes (y cómo me puedo negar a eso). Aunque aquí comenzaré a ser injusto con todos los que dejo fuera, porque en la oficina todo mundo era muy amable, tengo que agradecer infinitamente a mi amigo, antes que a mi jefe. Gracias por la paciencia y las lecciones, por el tiempo en un lugar tan ocupado, por las oportunidades y los consejos, por las buenas fiestas y las no tan buenas. Porque siempre tuviste tiempo para mi y una lección que no siempre supe entender.

Con cada mes llega algo nuevo, o tal vez no llega, sino que sólo nos damos cuenta de que estaba ahí. A pesar de que algunas cosas tristes sucedían mientras nos dedicábamos a explorar la maravillosa capital del imperio, el tiempo de las clases de español nos llevó a algo mucho más divertido que no sé por qué nos empeñamos en guardarlo para nosotros, pero que espero que sea suficiente para continuar leyendo lo que escribo aquí. Marzo también implicó recobrar el contacto con una de las personas más importantes que conozco, aunque desafortunadamente seguimos viviendo en la lejanía, no importando en qué parte del mundo estemos. Por supuesto también es mes de celebrar a los amigos (quienes extrañamente se reparten entre Marzo, Mayo y Octubre), de seguir en el paraíso de las güeras y de conocer la maravillosa ciudad de NY (con muchas más güeras).

El dulce mes de abril transcurrió entre todos los trabajos que había que entregar para la escuela, la cada vez más difícil salida de los jueves por el café, el Cherry Blossom y un intento fallido de viajar a Chicago para escuchar a la voz más prometedora del ambiente artístico-intelectual (a la que tendré que agradecer demasiado más adelante). Empezar mayo generalmente implicaba empezar a festejar, y vaya que había motivos. Pero esta vez había que empezar a extrañar y luchar con el sentimiento de no querer volver.

Por alguna extraña razón tengo en mi vida a alguien que tiene la manía de copiar todo lo que hago, pero con quien no pude haber aprendido mejor el significado de compartir. Y es difícil compartir algo cuando estás lejos, pero creo que ese ocho de mayo me dio a pensar muchísimas cosas que estaba haciendo mal y que había que tratar de corregir para no fracturar lo más importante. Siguieron entonces llamadas a las 3 de la mañana y telegramas que nunca llegaron, siempre con la mínima intención de balancear un poco todo lo que jamás pude valorar de ella (y que me lleva a momentos en que me arrepiento). No es que entendiera que la vida no es justa, pero es que jamás pude ser justo con un cariño tan grande.
Mayo también fue para regresar, o creo que volví el 1 de agosto, no sé con precisión, pero fue uno de los veranos más improductivos de mi vida, aunque siempre hubo la oportunidad de un reencuentro que me llevara a recordar lo fui y lo que soy. A pesar de estar en la confusión del tiempo y el espacio, siempre ha habido tres buenos muchachos que han estado ahí sin importar las circunstancias. Tal como me fui siempre han estado no importando el tiempo ni la forma. Sencillos, divertidos, carismáticos y muy entretenidos son la base de mi columna vertebral de hace muchísimo tiempo, y en este año más que nunca mostraron que estamos hechos de algo diferente que nos permite soportarnos (en el buen sentido) unos a los otros para poder compartir.

Pero la columna vertebral siempre tiene componentes nuevos que la hacen más fuerte. Uno de ellos afirmó no más que su condición de indiscutible e imprescindible, o simplemente papé. No hay más palabras para agradecer los momentos y las charlas, los aventones (no piense mal por favor) y los muy buenos momentos compartidos. Pero no sólo las buenas personas son las que conocemos de siempre, también llegan a nuestras vidas para llevarnos a cosas nuevas y hacernos volar a cualquier parte del mundo, muchas gracias por la dedicación y el tiempo, el esfuerzo y los buenos y malos modos.

Volver a la vida es ocuparse en algo, recordar a los buenos amigos y recuperar a los recién desempacados. La oportunidad de crecer de donde menos lo podía esperar y de una forma nueva de hacer las cosas que creo que jamás podría compartir. Agradecer quiero, primero que nada a quien me consideró para honorable tarea, extraño amigo que de alguna manera ha considerado la capacidad que tengo para las cosas y a quien puedo tener la confianza de dar un par de zapes de vez en cuando. Seguiré con un importante personaje de la política que he aprendido respetar gracias a su capacidad para hacer las cosas y generar compromisos que, creo, van por buen camino. Las diferencias pueden ser muchísimas, pero mientras haya la oportunidad de sentarse a discutirlas y aprender del otro, creo que tendremos salvado el camino.

En el colegio también hay mucho que agradecer. Primero que nada a mi brillantísima tutora para quien no tengo palabras por todos esos momentos en que me dedicó un tiempo para charlar sobre la teoría de RI o sobre lo que viniera en la vida. Creo que una de las mentes más brillantes que conozco me ha demostrado que siempre tendrá un poco de amabilidad para los malos alumnos. Pero también hay dos ángeles a quienes les debo muchísimas cosas: primero que nada, gracias por considerarme el eterno consentido, creo que no lo merezco ni un poquito; pero también muchas gracias por todos aquellos favores y las sonrisas amables que he recibido de la oficina de junto. La promesa es echarle ganas a la tesis y seguir hacia delante, donde quiera que estemos.

Junto con las nuevas actividades siempre llegan las buenas personas con quien hay que compartir jornadas maratónicas (aunque algunas de ellas sin sentido) y de las que siempre se puede aprender algo. Ya sea algo que tenga que ver con la vida y su devenir, con la experiencia real del trabajo o simplemente la revolución. Para todos y todas aquellas que hicieron el favor de soportarme en mis momentos menos agradables, a quienes se desvelaron junto conmigo para que las cosas salieran lo mejor posible y a quienes tuvieron una palabra para apoyarme en los momentos complicados, muchísimas gracias. Por supuesto, mención aparte merece la preciosa chica de los buenos días en las nuevas oficinas, a quien estoy decidido a invitar a salir un día de estos.

Finalmente creo que llegué a octubre sin mencionar a todos aquellos que estuvieron de alguna forma u otra todo el año conmigo, ya se por sus e-mails, los maravillosos participantes en el blog del viajero o mis interminables horas en el Messenger (deberían pagarme por anunciar publicidad en ese lugar). Octubre no es el fin del año, pero desde hace tiempo se volvió un momento importante para sentarse y pensar lo que nos ha llevado aquí desde octubre pasado. Y pensar fue justamente lo que me llevará a mi siguiente mención; gracias a la chica de los ojos verdes por los increíbles momentos. Creo que jamás esperé la llegada de alguien con tanta ansiedad, pero creo que tener tanta química con alguien tan extraordinariamente diverso e inteligente tampoco es cosa sencilla. Muchas gracias por el apoyo, por las charlas y por las miles de preguntas de interés, creo que si el mundo fuera como tú sería más divertido.

Pero hablando de mundo, también octubre me llevó a recordar que había que celebrar a quien se preocupa por él todos los días (y que prometí agradecer arriba). Creo que hay personas que siempre han estado ahí para darte una palmada en la espalda o para ofrecerte su apoyo incondicional, pero en este momento quiero agradecer antes que todo eso lo mucho que me ha enseñado y los momentos que disfruto cuando tengo que compartir el trabajo con ella. Las charlas de cualquier cosa han sido lo más entretenido de este año y me recuerdan que el tráfico se puede olvidar si compartes los momentos con alguien. Agradecido estoy por compartir todo eso contigo.

Pero las sorpresas no se acaban porque este año tampoco lo ha hecho. Por supuesto, que tengo que agradecer a quien nombraré de ahora en adelante como mi compadre por todo lo que hemos compartido y las botellas pendientes entre nosotros. No bastaron los lunes de las buenas fiestas, ni las desveladas monumentales antes del examen, creo que este año sirvió para aprender mucho más de alguien que tiene una pasión increíble por aprender y a quien no me había tomado el tiempo de escuchar. Lo que sigue serán cosas buenas a pesar de las debilidades atmosféricas o los amores trasatlánticos.

El año termina, y antes de que este correo se vuelva un tratado que no podrán leer en menos de dos horas, quiero terminar agradeciendo lo afortunado que he sido durante todo este ciclo. Afortunado por los reencuentros decembrinos, pero también por todo lo bueno que me ha dejado el año, por las personas que recibirán esto y las muchas otras que lo leerán. Por formar alguna parte de mí y por haber convertido este año en una experiencia maravillosa. No tengo más que mi cariño y agradecimiento eternos.

Promesas, hay muchas, lo que viene será lo mejor, eso no tengo que prometerlo.

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