Hoy tuve la fortuna de asistir a la ceremonia de conmemoración del 205 aniversario del natalicio de Benito Juárez (me ahorro el "Don" porque sólo lo uso para las personas que conozco). Como parte de esta celebración tuve la oportunidad de escuchar los discursos de animados políticos que usaban a Juárez para manipular alguna parte de la agenda que querían promover.
Juárez de repente se convertía en el promotor de una democracia del siglo XIX, que estaría definitivamente peleada con las transformaciones que el estado experimentó durante los 150 años que le siguieron, que estaría muy lejana a la idea de democracia de nuestros días y que definitivamente no sería parte de las ideas de Juárez.
No quiero pensar que Juárez promovía el derecho de las mujeres, el aborto, los matrimonios gay o que relegaba la vida de los indígenas a la protección de sus "usos y costumbres", porque era un hombre del siglo XIX, no porque no fuera un hombre bueno. Juárez fue sacado tantas veces de contexto en esa ceremonia que además de "demócrata", fue "juez", "reformador", "estadista", y en una de malas doctor, partero, y tal vez en sus ratos prohibidos hasta cura.
Creo que la imagen que sigue puede ejemplificar mucho de lo que hoy es Juárez, con respecto a quienes se empeñan en utilizarlo para llevar sus mensajes a una arena que debería ser solamente la celebración de las ideas de un mexicano ilustre.
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Juárez fue la figura que eclipsaba el mensaje de cada orador que pasaba al frente. De cada uno de ellos sólo podía ver la sombra de unas frases que serían citadas unas 800 veces para tratar de justificar un mensaje carente de contenido, con vistas a una reacción inmediata y sin ninguna trascendencia en el pensamiento de un hombre.
La sombra de Juárez se eregía enorme frente a cada uno de los oradores mientras que las letras doradas que estaban junto al orador no significaban más que una frase popular en un día en que la mayoría regresaba de tomar sol o "cargarse de energía".
Vinieron cada uno de los poderes constituidos del estado a tratar de manipular alguna frase de Juárez en beneficio de su agenda pública, trataron de dibujar su propia figura frente a los reflectores, tal vez sin entender en el fondo que los discursos de un hombre valioso están encerrados en los mitos que construyen los hombres de su tiempo.
Más aún, ninguno buscaba parecerse a Juárez, construir como Juárez o enfrentar la construcción de la figura de Juárez en el anhelo de proponer una mejor realidad. Citar su figura sin ejercer la responsabilidad de las acciones propias parece como arrojar flores al aire pensando ingenuamente que su aroma no se lo llevará el viento.
No quiero entonces pensar que la celebración de hoy fue una triste utilización de la sombra de Juárez para compararla con la pequeñez que parece haber en cada uno de los oradores presentes.
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