Ahora que he tenido un poco de tiempo para hacer y deshacer (lo que también puede ser una señal de que volveré a escribir más seguido), creo que aprendí una lección importante, y de una manera curiosa. Resulta que en mi búsqueda de un cambio necesario para mi salud mental, me afané en tratar de empaquetar todo lo que se había quedado atrás y buscar una… nueva imagen (por supuesto no llegué al punto de pintarme rayitos güeros para verme “nice”). Parte de esta necesidad de cambio comenzó con mi escritorio en mi laptop, algo con lo que convivo demasiado tiempo, insisto.
Entonces la búsqueda comenzó en la incesante insistencia de buscar algo nuevo. Y encontré cosas interesantes, realmente interesantes… busqué ser moderno, ligero, actual y sobretodo explotando todas las capacidades que creía tener a la mano. Pero pasó algo extraño, comencé a hacer cosas que no funcionaban. En busca de algo ligero sacrifiqué la velocidad de respuesta de siempre, de repente me atoré con lo más sencillo y sólo se veía bonito.
Bueno pues, lo ligero resultó demasiado pesado… entonces, ¿qué tal lo moderno? Evitando lo que pueda llegar a significar esa palabra, que vaya que en estos tiempos es muy amplio, resulta que lo moderno necesitaba cambios profundos. Experimentar costó mucho más de lo que era necesario. Es entonces que me encontré nuevamente frente a la estética atrofiada por la torpeza, la modernidad embadurnada de ineficacia. La imagen no compensaba los daños.
Es entonces que mis dos cambios de imagen resultaron tan fallidos como inútiles, tal vez porque no fueron cambios de fondo, sólo quería ver algo mejor. En fin, fue entonces que a pesar de lo que muchos pudieran creer, tenía un plan B. El proyecto inicial de cambio estaba basado en un elemento, que aunque descontinuado, era la base amigable para verse mejor, con muchas opciones y elementos nuevos. Sin embargo, me ganó la ansiedad y la impaciencia, busqué algo más rápido, más fácil y diferente. Las soluciones rápidas no funcionaron…
Es entonces que cuesta trabajo superar los daños, tengo las opciones abiertas con sólo apretar un botón, literalmente. Es entonces que tengo una pregunta mucho más importante que la redacción sobre la imagen de mi computadora… ¡¿vale la pena esperar por lo que sabemos que es adecuado?! O lo vale más intentar el cambio profundo, para el que tal vez no estuvimos hechos desde un inicio, pero que una vez terminado, después de mucho trabajo, en este momento promete mucho más futuro…
No entiendo cómo puedo pensar en lecciones de esta forma de cosas tan insignificantes.
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