Está vez dejaré la inspiración que me pueden causar tan gratos recuerdos de momentos compartidos para tratar de explicar algo individual. Apartarse de lo cotidiano o de la abrasadora, y a veces tremendamente sofocante, miel de cualquier momento insignificante parece tan difícil como intentar atraparlo. Justamente de eso quiero hablar, de las formas que tenemos para atrapar momentos que parece que de cualquier otra manera escaparían de nosotros para fugarse en una memoria incompleta y trastornada por la velocidad de situaciones en las que vivimos…
Entonces parece que estamos hechos para atrapar algo, para conservarlo durante un instante que creemos durará hasta el infinito y que sobrevivirá a las lecciones y los golpes que nos puedan dar el tiempo y la vida. Es, sin embargo, una conducta humana o un fenómeno contemporáneo. Prescindiendo de las formas en que esto pueda llegar a ser (desde grabarlo en una piedra hasta capturar la luz y convertirla en un conjunto de unos y ceros), creo que estamos genéticamente destinados a preservar y para tratar trascender.
El trabajo que Maslow, algo que me trae recuerdos de buenos tiempos, debería ser complementado, o por lo menos actualizado, con un nuevo nivel en la nueva pirámide. Y es que la punta de la autorrealización debe ser precedida de un piso con una importante base que nos ayude a explicar la conducta humana: la idea de trascender. La trascendencia precede a la autorrealización en la medida que buscamos mostrar una parte de lo que hacemos y dejar un legado, que tal vez en estos días dejó de ser generacional y que se acerca mucho más a un nivel extensivo y no tan vertical. Es decir, dejamos de trascender hacia nuestros descendientes para buscar hacerlo con nuestros semejantes.
Buscamos entonces la forma de plasmar y esparcir, como arena en una tormenta, los pequeños granos que parecen ser los momentos de nuestras vidas. Y al igual que el viento que atrapa las viejas caravanas, buscamos llegar mucho más allá de lo que nos encierran nuestras montañas, nos dejamos de preocupar por trascender hacia nuestros hijos en busca de hacerlo hacia una sociedad que nos pondrá atención durante nuestros “quince minutos de fama”.
Todo esto, que parece mucho más complicado que leer la palma de mi mano, me pone a pensar si trascender es una conducta necesaria para vivir, si es parte de una nueva moda por comunicar o si desaparecerá en la inmensa bruma de intentos por hacer lo mismo…
Lo que pasa por andar viendo fotos...
Comentarios
Publicar un comentario