Esta noche te sentí distinta, no fue la gente, tampoco el lugar o la situación… no había casualidades extrañas, no había ambiente de tensión o preocupaciones pasadas… parecía todo tan tranquilo que incluso se acercaba a lo perfecto. Pero el cambio no vino de afuera, tú parecías la de siempre, no había nada nuevo en las cosas especiales que siempre te acompañan. Te veías linda como siempre, la noche era simple y tú brillabas con el mismo fulgor de siempre, ni mucho más, mí mucho menos…
A pesar de que todo parecía igual, sentí que algo fuerte cambió… parecía como si la extraña rutina nos atrapara a los dos junto y nos llevara a una situación que siempre hubiera pasado, lo familiar era mucho más fácil que la improvisación. Me viste y te vi con la misma añoranza de siempre. Me sentía cómodo y entonces pasó algo extraño…
Dentro de todo este entorno amigable comencé a sentir, sólo sentir que la situación era diferente. No tenías canción que me recordara a ti cada vez que el selector aleatorio lo escogía, no había noches pensando en ti ni desvelos interminables por tu ausencia. No había mensajes sin contestar ni luchas eternas para librarte de ti misma… Éramos dos seres simples, felices y tranquilos… dos en medio de un grupo, dos en medio de quinientos o tres mil, no importaba el número. Éramos dos.
Entonces me invadió el calor, me gustó la simpleza y el cariño que ofrecías, no había entonces aventuras imposibles, recuerdos imborrables o pasados nublados, había presente con tus ojos brillando, tu sonrisa de siempre una calma que no había sentido antes… me sentía tranquilo, me sentía contigo
En un verano demasiado activo en donde me pregunté más de una vez si eras la persona indicada.
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