Parece que ser humano te convierte en presas de tus propias trampas. Luchamos contra nuestras propias limitaciones y creemos controlar el tiempo a pesar de que al final resultamos controlados. Vivimos para explicar fenómenos que no entendemos y encontramos tantas historias en nuestras vidas que a veces nos olvidamos de lo importante. Creemos en el amor porque lo vimos en el Hola de la semana pasada, no porque haya sido algo que surgió dentro de nosotros y que queremos otorgar a alguien más. Vivimos encerrados en nuestros temores porque nos gusta sentirnos seguros, sabiendo que afuera no lo es. Somos altos, chaparros, gordos o flacos y encontramos en el otro la razón de la diferencia y la búsqueda de la mejoría. Somos frágiles, sinceros, valientes o mal pensados porque queremos buscar en los otros lo que no podemos proyectar hacia nosotros mismos. Vivimos afuera porque no conocemos adentro y no podemos vivir adentro sin saber qué pasa afuera…
O vivimos de lo que creemos.
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