¡He entendido todo! -Dijo una pequeña voz en su cabeza- es que jamás podrá una bestia disfrutar el perfume de las rosas, porque intentará devorarla; jamás podrá tener una aproximación exacta de los sabores exquisitos que sólo los finos paladares pueden degustar, porque no tiene la suficiente capacidad para hacerlo; no entenderá la música por su belleza ni el arte por su profundidad, porque para él son un desperdicio de recursos en un entretenimiento que sobrepasa su entendimiento; jamás será como uno de ellos, porque incluso aunque lo consideren humano, los humanos nunca han sido iguales.
No podría entonces esperar que tan ilustres personalidades, educados para entender lo más refinado y exquisito del conocimiento, permitieran que alguien fuera de “ellos” se acercara lo suficiente, sólo para cambiar de rutina. Pero todo tiene un alto, entiendo ahora en una noche de soledad, podrían divertirse al ver cómo podría intentarlo, pero jamás dejar que se acercarse suficiente. Es parte del juego, después de todo.
Otra voz se acerca muy rápido a su cabeza, es que nunca puede pasar algo así, todos son tan humanos como los demás –sentenció- pero rápido llegó la respuesta desde adentro, acallando cualquier intento en si mismo, “ellos dejaron de ser humanos hace mucho tiempo”. Viven para lo que han construido y nunca se saciarán de buscar el siguiente momento “simpático” que pueda sugerirles un poco de diversión. Fueron criados para admirar a los pequeños seres del gran circo del mundo, y cualquier actuación dentro de éste sólo puede interpretarse como un vacío intento de acercarse a la mayoría. Pero la mayoría jamás podría entenderlos. Son cosas de unos pocos, vidas de unos pocos.
Vuelve la voz de siempre… jamás verás a una bestia admirando una rosa, porque siempre buscará devorarla…
Justo en medio de historias con pensamientos injustos.
Cuando no entiendo por qué el mundo es así.
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