Para no confundirlo con el patético fenómeno político que nos ocupa en este país en este momento, tengo que hacer una aclaración que resultará pertinente para el caso: las elecciones de las que hablo no tienen carácter político ni de ninguna identificación partidista a pesar de lo que se pudiera pensar, esto lo hago principalmente por la salud mental de quien intente leer esto alguna vez y por mi propia salud mental.
Es entonces que comenzaré con un ejemplo que escuché hoy, y que me gustaría tratar de reproducir completamente, aunque mi memoria sea mala. Es pues que un chico cualquiera llega de provincia a tomar un café a un Starbucks, y entonces a diferencia de lo que había encontrado en su pueblo un aficionado al café, las opciones se multiplicaron entre el capuchino y el expreso, hasta tener el dilema de elegir entre el tamaño del vaso, la variedad del café o el color de la cucharita con la que quería acompañar a su vaso. Es entonces que ese ejemplo me hace pensar en las decisiones que tomamos cada día con cada cosa que decidimos hacer, pero sobre todo, las decisiones que no tomamos acerca de lo que hacemos, o de las que nunca pensamos.
Entonces, si tomamos en cuenta la idea de que una decisión puede llegar a ser tan importante como una decisión en la vida de las personas, por qué dejamos de pensar en lo que no hacemos. Es entonces que el tono relajado de las personas comienza a surgir en favor de "dejar de pensar" en lo que no hacemos, como si eso se pudiera hacer. Pero saliendo de la paranoia de la situación, ¿elegimos todo lo que hacemos, o sólo lo hacemos?
Cuando los entonces parecían más que una plaga.
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