Y si no fuera tiempo, sería espacio… o cualquier otra cosa que nos llevara al mismo punto. Habría siempre una coincidencia, un elemento fortuito y entonces todo pasaría como tiene que ser. No culpo al destino de mis decisiones, pero le reprocho las tuyas. Cansado pues, de arruinar el presente y enterrar el pasado, me pregunto qué hay hacia delante. ¿Existe un futuro? Es entonces que puede encontrar la misma respuesta que he dado cada vez que me preguntan sobre algo que no ha pasado, y es que aún no existe. Pero parece que con los apegos que últimamente me embargan en el viejo mar que busca no más que una forma de adivinar el destino, propio o el que nos espera a dos, me pregunto qué puede pasar ahora.
Podría fijar las estrellas, su posición, sus cambios y sus influencias y tal vez encontraría que mi libertad vale mucho más que mi capacidad para mantener algo estable, o cualquier otra cosa relacionada con tu impaciencia, mi futuro o tu pasado. Nada más que lecciones tan abiertas que podrían encajar para cualquier situación. Y qué nos diría entonces, si tu futuro me asusta y mi pasado continúa persiguiéndome. Nada supongo.
Así pues, seguirían elementos, piedras, números, colores, sabores o líneas, y nada nos diría más que una historia general que adaptamos para sea parte de nuestras particularidades. Entonces no tengo que adivinar en el tiempo en el espacio, en la luz o en la sombra algo que tienes tan planeado que te atrapa, algo que tienes tan pensado que te ha impedido ser libre. No puedo adivinar el futuro, pero me gustaría pensar que tienes algo mucho mejor.
Cuando estaba tan enojado contigo que pude invitarte al cine 2 veces en el mismo mes.
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