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El día en que me convertí en papá

Sabes, hoy es uno de esos días en los que, sin cumplir con tu principal objetivo, aprendes tantas cosas y recuerdas muchas cosas, que se vuelve de esos momentos importantes. Comencé pensando que la apatía iba a ser mucho más grande que mis compromisos, pero finalmente convencí a mi voluntad de tener que ir, al fin y al cabo es un buen proyecto. Huyendo de la impuntualidad causada por llegar temprano, decidí buscar la exactitud a cambio. Sin embargo, como está ocurriendo últimamente, me equivoqué.

Pero el error tuvo una buena razón. Resulta que ahora soy un “padre honorífico”. Después de reflexionar lo que hacía cuando tenía 10 u 11 años (debido a que unos niños de esa edad subieron al camión a cantar unas canciones), y lo afortunado que fui al no tener que hacer nada parecido. Encontré al motivo de mi retraso del día de hoy. Al transporte subió una agobiada joven que estaba a punto de convertirse en madre, lo hizo acompañada de una amiga nerviosa que con dificultad podía saber dónde estaba el carnet para el hospital. Ayudadas por un hombre que se deshizo de ellas en cuanto les ayudó a subir, ambas iban asustadas por la situación, la futura madre con señales evidentes de dolor.

La chica era muy linda, y “vestida de traje de madre” se veía aún mejor, no sé si es el estado ideal de una mujer, pero la ternura que despertó en cuanto la vi llamó mucho más mi atención. Aunque la ternura se convirtió pronto en preocupación, por sus señas de dolor, no pude despegar la mirada de aquella chica, que probablemente tendría mi edad, que se iba a convertir en madre. Como yo, la gente que subía y bajaba del camión desviaba la vista hacia la expresión de la chica que seguramente no podía aparentar más que dolor. Fue entonces que bajar se convirtió en una aventura mucho más complicada que subir. La futura madre despertó tanta curiosidad que tuve que bajarme para ayudarle a llegar en el último tramo de su aventura.

Su nombre lo olvidé en la preocupación de saber que estaba bien y que ningún taxi pasaba en ese momento, sin embargo, su expresión de agradecimiento en medio del dolor que sentía me dejó mucho más satisfecho que cualquier otro dato acerca de ella. Fue entonces que llegamos, en medio de las preguntas acerca de cómo estaba o a dónde estaba el padre, pregunta que resultó incómoda. La recepción me convirtió en el nuevo padre mientras que la enfermera se apresuró en traer una silla para la exhausta mujer que no podía más.

Sin embargo, como los sueños de opio se van después de que el efecto ha terminado, mi paternidad se desvaneció después de salir del hospital para volver a mi retraso para la cita (a la que Alan no asistió). Con lo que me quedé de la chica fue con el agradecimiento ahogado en un largo pasillo y un montón de pensamientos sobre lo que pasará cuando me toque correr al hospital… con la promesa de nunca dejar sola a la chica en un momento tan importante...

Recuerdo que ese día resolví muchas más cosas que mi paternidad.

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