He jurado tantas veces en su nombre,
que resulta complicado describir a una de ellas,
porque juramos en su conjunto
o porque evitaré querellas,
pero si pudiera entender solo un segundo qué desean,
encontrarían más sentido las letras
o tal vez encontraría las estrellas.
Vuelvo a tratar de apartarme de lo pletórico de los días o fechas oficiales, de las grandes cartas, estudios mundanos o fuegos artificiales, una mujer es más y menos que todo eso. No necesita más ceremonias que sus andares altivos y no necesita mas gloria que sus amores cautivos, puede ser callada como el silencio que alta mar ofrece o tan intensa que a medio mundo estremece. Una mujer no es la ceremonia de un día ni los gritos intensos de una noche, una mujer es estilo y elegancia, es regaños y reproches. Es soledad de los ojos que extrañas en las trasnoches de esperanza, es tan viva como sus sonrisas, tan fuerte como sus deseos, tan intensa como sus deseos, tan necesaria, que a veces me das miedo.
No hay un modelo perfecto que reúna todo lo que buscas en una vida, cada una cuenta sus defectos que simplemente subsana con sonrisas. No hay categorías fijas, no hay tipos ideales, la mayoría temen a las lagartijas, todas tienen crisis existenciales. Las hay rubias, pelirrojas, castañas o con el pelo negro, no importa el color, a veces pienso que los hombres somos monocromáticos, no importa la talla o la edad, lo que vale vive adentro y es algo mas fuerte que su dignidad.
Cada uno tiene su mujer perfecta, su anhelo inalcanzable o su sueño sin soñar, vive cada segundo por ella a diario o solo es parte de su azar, tiene miedo de dejar su vida en ella o que un día sin pensar, se vaya de su horizonte sin dejar mas referencias que la melancolía y las ganas de llorar.
Creo en la virtud de una mujer no vive en un ocho de marzo, no vive en laberintos, no vive en su pesar; creo que vive en su sonrisa, en su mirada o en su forma de pensar, en lo que siente cada día y en los espejos que reflejan sus formas, que suspiran por un poco de vida en su reflejar, para buscar luz en esas formas, para no sólo verlas al pasar, sino contemplar siempre la belleza que siempre miran, pero que cambiarían por un segundo de tocar.
En la existencia de los hombres no se puede explicar, sin la mirada apacible que aparte la soledad, que aleja los miedos y que siempre hace vibrar
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