Prometí no hablar de ti porque parece que me estoy emocionando en medio de un pequeño océano con pareces de cristal, porque querías estar segura de que esto funcionaba y porque entre tu y yo no hay más que momentos que se quedan con nosotros… No obstante, también prometí encontrar la forma para no ponerme triste ni dejar que me ganasen mis ansiedades, que se desborden los fantasmas o que me ahogue con mi propio vaso.
Fue entonces que se me ocurrió pensar en ti, después de todo, sólo tenemos que agacharnos un poco y estaremos fuera de las miradas del mundo, estaremos nosotros en el mismo océano, cubiertos por el anonimato de la inmensidad. Prometo no sobrepasar tus deseos, como te prometí a los ojos y en silencio que ibas a ser algo muy importante en mi vida. Extrañarte es tan necesario como respirar, sobre todo cuando me encuentro sumergido en mis noches de intranquilidad en donde los mounstros vuelven a aparecer debajo de la cama.
¿Cómo llegué al punto en donde me encuentro? No es muy difícil sí alguna vez encuentras a alguien como tu. Pero para evitar la redundancia de los elogios puedo responder de manera fácil diciendo que precisamente fue por eso por lo que decidí entrar, porque siempre encuentro la respuesta fácil. No hay tormentas despiadadas que nos perturben, no hay malhechores ni épicas o epopeyas… sólo tienes la respuesta fácil el momento justo y el gesto adecuado. La palabra correcta que me emociona por la profundidad que encuentro, la sensibilidad y la sencillez, la tranquilidad y la emoción incontrolable. Paradojas que se resuelven en tus ojos y laberintos que se desvanecen en tus manos…
Me gustaría salir en este momento de la complicación de mis pensamientos, porque todo apunta hacia revelar lo prohibido y explicar con tu nombre todo lo demás que puedes llegar a importarme. Admirado de tu sonrisa y con la despiadada voluntad de continuar, he decidido que sólo esta parte de ti puedo explicar. Lo demás lo dice tu nombre.
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