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Ejercicios de terapia

Como de cualquier modo tengo que escribirlo para mis "charlas" de los sábados, y como la computadora es el medio más sencillo por el cual lo puedo hacer (la caligrafía nunca fue una de mis aficiones), pues me pareció lógico publicar lo que pasó en la semana, o por lo menos lo que yo percibí. Este es un ejercicio un tanto aburrido, pero alguien lo considera necesario (es cierto, yo no lo considero así) y tengo que hacerlo.

Comenzaré en domingo y terminaré en sábado, por ninguna otra razón que por comodidad. Pues bien, será que recaí de la enfermedad, aunque ahora se complicó un poco, y tengo que tomar más medicinas; pero bueno, eso pasa por andar prestando las sudaderas cuando realmente hacía frío. Con la enfermedad arranqué una agitada madrugada de lunes entre la fiebre y el frío, entre las pastillas mágicas y las manos heladas, entre las altas temperaturas y la baja presión. Falté a clase (la primera del semestre) y también faltó mi mamá para cuidarme (eso realmente lo agradezco). Pues bien, fue una mañana tranquila jugando y leyendo. Ya mejorado decidí partir para que no se me hiciera tarde y realmente me encantó la vista que tiene el metrobús del nuevo edificio de reforma (aún me sigo preguntando por qué no fui arquitecto). Llegué y todo tranquilo, soledad como siempre en medio de una canasta llena de bolsas de la "comer" que tuve que cargar. Eso de ser saludable pesa mucho cuando tienes que cargarlo.

Una noche cálida y agradable seguida de una agitada mañana en donde todo pareció volver a la normalidad. Es irónico, la chica más espectacular que conozco puede hacerme reír todos los días, pero terminamos saludándonos hasta el viernes. Encuentro una extraña forma de familiaridad con mi profesor de Medio Oriente que me hace sentir extraño, es como si quisiera preguntarle cosas, pero las preguntas aún siguen en mi. No me gusta llegar temprano porque casi no hay personas, aunque a decir verdad no me gusta hablar con mucha gente, creo que no son sinceros. Entre la rutina y los agobios llegan las clases en donde me siento más mal de lo que pensaba y, aunque decido no saltarlas, es muy difícil poner atención (aunque mi frustración crece cuando tengo buenas preguntas, pero el miedo a equivocarme impide que salgan de mi cabeza). Ni modo así es la vida.

Tan inevitable como la frase anterior es el hecho de que al martes le siga el miércoles, y después el jueves. Nada extraordinario de verdad, aunque las fotos de la infancia de Lenin son impresionantes. Volví a encontrar el ritmo de las lecturas aunque tengo que confesar que sigo dejando a un lado todas las lecturas necesarias (y eso me va a costar después). En la salud me sigo sintiendo mal, aunque lo que ahora me preocupan son los mareos y la ansiedad que sólo llega de repente y a veces es bastante difícil controlar. Me gustaría estar más estable.

No hay mucho que resaltar de una semana que se va entre los cumpleaños de grandes personas (que sin embargo son lejanas) y las imágenes que me congelan en la sorpresa. Me gusta que llegues como en cualquier día y nos despidamos con un beso de conocidos cercanos, aunque sigo sin la decisión de algún día sentarme a platicar contigo. Por otra parte, junto con unos calcetines que me atraparon llegó una imagen en la que me sentí tan extraño, que decidí correr a refugiarme en la mesa de alguien todavía menos agradable que la imagen que vino a mi mente.

En fin, llegó el día del play station y monsi sigue teniendo la ventaja (aunque creo fervientemente que eso de jugar al contragolpe no es nada honorable, pero es muy efectivo). Escapando de la mediocridad de un lugar en donde no encuentro mi lugar, llegó el viernes y su infinita pasión. Aunque esta vez no hubo plan, volver a casa cantando en el metrobús y ver de nuevo a mi familia siempre es algo que me gusta hacer. Entre una tos horrible y el ejercicio de la mañana, estoy aquí escribiendo para algo que tengo que resaltar que pudo haberse evitado, pero que finalmente sucedió... el regreso a terapia (que por cierto me quita el tiempo para ir a la fiesta de hoy).


Que se supone me tenían que ayudar...

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